La omisión del papel de las mujeres en la historia es una crítica constante que se le hace a los estudios que han ninguneado su presencia. Las mujeres han sido ocultadas dentro de lo que en las ciudades griegas se denominaba oikos (la casa), fuera de las discusiones que se daban en el ágora (el espacio público) y por lo tanto de lo que equívocamente se ha considerado asunto sin interes social.
No obstante, la cuestión que quiero apuntar aquí, no recae sobre el deplorable intento de recluir a las mujeres en el espacio interior por parte de las sociedades de los siglos modernos, que les atribuían éste como su espacio “natural”, así como tampoco sobre aquellas excepciones de figuras femeninas que han actuado desde el espacio público, -lo cual ha permitido la actual(o casi) disolución de espacios asociados al género-. Sino más bien, recalcar la poca trascendencia que se le ha dado a la historia que generaban las mujeres desde el mismo espacio privado.
“En esta relación, comencé a experimentar. Establecí todo tipo de situaciones para que Moro y yo actuáramos en las fotos. Al explorar las posibilidades alternativas para un hombre y una mujer como pareja, estas fotos cuestionan la norma de las relaciones heterosexuales. Quería ver qué pasaría si una mujer y un hombre intercambiaban sus papeles de sexo y poder”.Yijun Liao
La desvalorización que se le ha dado aquello que ocurre en el espacio doméstico como actividades ordinarias e irrelevantes, han llevado a que la mayoría de actividades asociadas a las mujeres hayan sido despreciadas y por lo tanto, ignoradas. Como siempre hay excepciones, comparto aquí un extracto del estudio de Mª Isabel Gascón Uceda, Las mujeres entre la intimidad doméstica y el espacio público. Libros de cuentas femeninos y ordenanzas municipales, que señala un aspecto de este relato histórico que acontece en el interior de las casas, la intimidad:
‘La mayor parte de ellos se han perdido debido a su carácter de documentos privados y cotidianos. Pero son, precisamente, estas características de privacidad y cotidianidad las que proporcionan a los manuscritos los elementos que nos permiten trascender la mera objetividad contable y la frialdad aportada por los números para entrever la intimidad de sus autoras. Cada uno de ellos refleja la personalidad y las circunstancias de la mujer que los escribe y, en ocasiones, también de las personas que les rodean. El apunte detallado de los gastos que conlleva el cuidado a los enfermos y la atención a un moribundo, las recetas de conservas o de belleza, los préstamos realizados, los censos y alquileres cobrados, los poemas anotados al margen o la contratación de sirvientes, conviven entre sus páginas proporcionandonos una rica perspectiva de su intimidad y su quehacer doméstico.’
“Hago que yo misma y mi privacidad, se tornen en momentos publicos. El convertir en pública mi privacidad es un refugio para mí. Siento la privacidad muy dolorosa. (…) Mi arte es como un anarquismo que juega con el equipamiento y los rituales para retomar el poder. La vida cotidiana es mi musa”.Liu Susiraja
“Tras el final de una relación significativa en mi vida, un deshacer comenzó. Mientras me adaptaba a ser una mujer soltera, comencé a crear una narrativa fotográfica basada en la experiencia de la pérdida del amor. (…) La serie de actuaciones escenificadas de diferentes mujeres, de las cuales son amigas o personas que me atraían desde la calle, se promulgan para mostrar un momento íntimo de ajuste.Laura Stevens
Paradójicamente, no obstante, es precisamente esa ocupación, ocupada en los demás y en lo otro, lo que la ha mantenido privada del espacio privado, es decir, privada de su intimidad, del cultivo del sí mismo propio de la esfera privada. Privada de su intimidad desde formas indirectas como no teniendo espacio para sí misma, cuidando y atendiendo a los demás y a la casa, así como de una forma directa, haciendo de lo íntimo una transacción económica, como por ejemplo con la sexualidad y la lactancia.
Su creatividad estaba limitada a tareas y el mantenimiento del hogar, es por ello que al delegar o compartir estas funciones recupera espacio (físico, temporal y mental) para acrecentar su potencial artístico e intelectual. Se trata de mantener la habitación propia (y las 500 libras al año) que defendía Virginia Woolf, como espacio de intimidad necesario para el desarrollo de la creatividad y el cultivo intelectual.
“Esta serie refleja las circunstancias vulnerables y peligrosas de las mujeres lesbianas en Irán y es el resultado de valientes mujeres LGBT + que están dispuestas a trabajar conmigo para aumentar la conciencia a pesar del riesgo para su seguridad personal. El valor de estas mujeres fuertes es realmente inspirador”.Marinka Masséus
No es de extrañar entonces, que el hogar y sus actividades en él sea el escenario para la creación artística de muchas autoras, espacio donde pensar la vida desde la intimidad propia. Intimidad que demuestra a su vez, que escapa de los muros que encierra la casa. Acentuando la idea de que la dicotomía privado-público no tiene un espacio físico determinado. Así como lo público también forma parte del dentro, lo privado se encuentra también en el fuera, como señala la filósofa Françoise Collin en Espacio doméstico, espacio público, vida privada:
‘Recíprocamente, lo privado en la vida moderna, al menos hoy en día, se ha extendido al fuera. Los restaurantes o cafeterías (tan indispensables a la vida de una ciudad francesa) son lugares donde se negocia y donde se negocian amores. Existe privado hasta en los lugares donde estamos visibles. Fuera, nos paseamos en familia, fuera abrigamos nuestros encuentros amorosos o amistosos. Incluso en esos espacios híbridos que son los hoteles, los medios de transporte. Fuera, en la mesa de un café, escribimos, soñamos también nuestro sueño solitario. La vida privada no está, o en todo caso, no está ya encerrada entre las paredes de la casa.’
Tal vez la intimidad se trate no sólo de una cuestión de espacios sino de distancias; lo íntimo se mantiene en el cerca, refugiadas en nosotras mismas, próximas a la soledad que permite el desarrollo personal (y profesional). A su vez, la distancia interpela a un agente externo, a un otro que observa lo oculto que en el otro percibe o que se muestra ante él como un interior latente. Y es precisamente, ese hacer visible el que permite que lo íntimo también tenga un lugar en la historia.