Hace poco se estrenó el nuevo videoclip Famous del hiper famoso Kanye West. Se trata de una grabación que parece provenir de una cámara casera, esa cualidad amateur de la grabación nos remite a lo que podría ser un producto propio de la enigmática Deep Web, donde se supone que vídeos Snuff y pornografía extrema son contenidos regulares.
La cámara se acerca a los cuerpos de cera, todos desnudos y todos en fila, de manera prolija. No parece que se trate de una escena post-orgía, parece más bien, una fila de trofeos, que van desde la estrella de pop Taylor Swift, el rapero Chris Brown, hasta el infame Bill Cosby, todos desnudos y todos rodeando a West que es el único personaje que está consciente y parece regocijarse con la escena atroz que pone frente a nuestros ojos.
Hace algunos años ha comenzado a usarse el término Rape Culture para hablar de las manifestaciones mediáticas que ponen a la violencia sexual como centro de un fenómeno cultural. Productos como el vídeo de Kanye West son una versión perezosa de lo que podría pensarse como el epítome de la Rape Culture. En los medios existe bastante interés en el análisis de su presencia, no porque sea obra digna de ser disecada, lo que puede ser revelador es la manera como se construye y se establece, la manera como es leída y lo que queda después de que millones de chicas y chicos jóvenes vean a su ídolo pop tirado en una cama desnudo junto a Donald Trump y George W. Bush.
“For all the girls that got dick from Kanye West
If you see ‘em in the streets give ‘em Kanye’s best
Why? They mad they ain’t famous”
Letra de Famous de Kanye West
Actualmente los vídeos dominan la web, aplicaciones móviles como Instagram que se ocupaban sólo de fotografías ahora tienen cada vez más herramientas para sus vídeos; mayor duración, filtros. Por otro lado, Facebook permite que los vídeos se reproduzcan automáticamente. Todo móvil cuenta con cámara y la función de vídeo es parte obvia del dispositivo, todos podemos hacer videos, todos podemos ser grabados, todos tenemos un reproductor de vídeo en el bolsillo.
Existen muchos fenómenos derivados de esta nueva omnipresencia del vídeo en nuestras pantallas, el lenguaje es simple, los loops son cortos, el consumidor desliza su dedo por el móvil con tal facilidad que el contenido debe tener un buen anzuelo. La cuestión es bastante compleja y algo especialmente inquietante sucede en aplicaciones como Snapchat y Periscope que apelan a una cualidad efímera. En el caso de Snapchat, los vídeos cortos que el usuario publica expiran cuando han sido vistos y en el caso de Periscope los videos son grabados y transmitidos en vivo y expiran 24 horas después, permitiendo retransmisiones elegidas por el usuario. Estas aplicaciones funcionan como una suerte de uróboros que se consume perpetuamente, es siempre el mismo o es cambiante y el loop es tan perfecto que no permite que veamos la diferencia, prima una estructura circular que reemplaza a la línea de tiempo, Timeline o Feed que es base de otras redes sociales.
Vídeos como el de Kanye West generan una lluvia mediática, en cuestión de minutos el vídeo ha desaparecido del sitio en el que fue colgado originalmente. Pero es imposible pensarlo ausente, una vez publicado existirán miles de espectadores que encontrarán la manera de reproducirlo. Su vida en la red será fraccionada pero imposible de controlar. Esto replica los controles de redes como Facebook o Instagram que detectan de manera veraz y rápida los contenidos censurables, una fotografía que enseñe los pechos de una chica o cualquier otra cosa que sea reprobable bajo sus códigos.
En los últimos meses han salido a la luz varios incidentes de violaciones transmitidas en vivo a través de Periscope, y han sido detectadas debido a que alguien ha señalado lo sucedido. Lo aterrador sería especular sobre la cantidad de situaciones similares que pueden estar sucediendo en redes de este tipo y que quedan apiladas bajo la avalancha de vídeos nuevos, que expiran y desaparecen. Parece que la idea del gran hermano está caduca, porque son herramientas así las que ponen el poder de verlo todo en nuestras manos, el ojo que todo lo ve, pues somos todos nosotros quienes podemos hacer de nuestra vida un teatro a ser transmitido. En Internet, sin embargo, cualquier cosa que parezca inofensiva a primer vistazo, puede cobrar un carácter amenazador al ponerse en las redes. Es algo más que las posibilidades dentro de la red, lo que parece más peligroso es la manera como se establecen los contenidos en la mente del usuario, procesar un acto violento a través de una cámara puede suponer una desmitificación del acto para el perpetrador, la acción deviene en un trofeo virtual, su memento de lo que ha hecho y este registro funciona como reemplazo al acto físico, una réplica que puede ser borrada con un toque de pantalla.
“When you scream I need
To pull your body closer, let me sex you babe
Girl, you better not change your mind”
Letra de Biggest Fan de Chris Brown
Cuando la cualidad última de algo es su fugacidad, pueden implantarse otras posibilidades en su uso. Sentirse eximido de responsabilidad es una de ellas. De alguna manera las fotografías de redes sociales tienen un sentido bastante estático, una foto de perfil supone decir muchas cosas, cargar con varias tareas e idealmente ser una imagen que perdure como representación de una persona. Claro que, en este caso valdría destacar que lo perdurable en las redes sociales es mucho más corto, es casi como imaginar que el tiempo transcurre de manera acelerada dentro de las pantallas. Es la representación de la idea de Andy Warhol, aquello de que todos seremos famosos durante 15 minutos. Podría resultar redundante decir que el vídeo se opone a la fotografía por el movimiento, pero es más una cuestión de tiempo interno, algo que hacia afuera se traduce en inmediatez, un vídeo se reproduce y deja de existir, un usuario de redes sociales tiene tanto contenido por procesar que una vez da un vistazo debe seguir con lo que pasa a ser más nuevo o tiene mayor jerarquía en el Feed, así que una vez digerido el paso a seguir es desechar.
Una de las características de la red que genera la sensación de obviar responsabilidades o consecuencias es el posible anonimato. Al ocultarse bajo una identidad falsa se abren muchas posibilidades, es una manera de disfrazarse y desnudarse a la vez, despojarse de toda identidad y ser una versión sin censura o código moral. Lo más preocupante es cuando a esto se le suma un segundo componente, la idea de lo efímero, algo que desaparece casi como si no hubiera sucedido, entonces no es extraño que una chica de 19 años apunte su móvil a un hombre mientras viola a otra chica de 17 años, o que un grupo de estudiantes publiquen videos y fotografías de una chica inconsciente desnuda mientras usan su cuerpo como un juguete {1}.
En la memoria colectiva se implantan estas noticias, cada vez más comunes y al lado de ellas se guarda la imagen de los cuerpos desnudos que componen el desfachatado harén de Kanye West. Así que, la Rape Culture apila cantidades aterradoras de imágenes y ahora más que nunca vídeos. Sin duda la Deep Web debe estar llena de todo tipo de atrocidades que podrían pensarse como inspiración para West o parte de la categoría de la violaciones grabadas en vivo, lo más aterrador es que ahora lo que yacía oculto emerge bajo el manto de lo fugaz y que bajo ese mismo manto, pasa a ser olvidado.